“Un Método Peligroso” es la tercera película del tándem Cronemberg/Mortensen, tras “Una Historia de Violencia” y “Promesas del Este” y es a su vez es la mas coral, menos violenta y mas comedida de las tres. Por de pronto al ser una película que pretende mostrarnos la relación entre Freud (Viggo Mortensen) y Jung (Michael Fassbender), seria un error cargar el peso sobre uno de ellos, y puesto a hacerlo el error seria mayor si lo cargamos sobre Mortensen y su Freud, pues el eje central de toda la película es el Jung al que da vida Fassbender.
La relación entre ambos y el nexo que supone el caso de Sabina Spielrein (Keira Knightley) centran toda la película. Desde que la acomodada ruso-judía Sabina es internada en el sanatorio del doctor Jung aquejada de unos episodios histéricos, la medianamente convencional vida de Jung comienza a resquebrajarse. Mientras ahonda en las causas del mal que aqueja a Sabina, comienza a estrechar su relación con Freud hasta el punto de que este le llegara a considerar su heredero en cuanto a sus teorías psicoanalíticas.
La película es un vistazo a lo largo de las décadas a la relación de estos tres personajes, sus acercamientos, sus alejamientos, sus sentimientos, sus cartas, el mundo cambiante en el que viven y las importantes taras mentales de las que no se salva ni el tato en esta película y que son al fin y al cabo el centro de sus investigaciones y de sus vidas.
A este triplete de terapeutas, hay que sumar la aparición de Otto Gross (Vincent Cassel) que supone un respiro en la pelicula, dando rienda suelta a sus neuras sexuales de manera magnifica y que es de lo mejor de la película junto con la actuación de Keira Knightley. En lo que se refiere a la pareja de psicoanalistas en cuestión, Mortensen esta muy cómodo en su papel, pero tampoco es que sea una maravilla y el pobre Fassbender pasa angustiado toda la película y se le va la pinza con magufadas que hacen que se aleje de mi como lo hace del propio Freud.
La película no llega a aburrir, pero se hace algo larga con tantas idas y venidas de relación epistolar y no puedo dejar de sentirme decepcionado viniendo de Cronemberg. Con lo jugoso de las idas de olla de estos personajes, sus taras, sus adicciones, su sexocentrismo y con los fetichismos, amantes, masoquismo, ninfomanía y demás elementos a su alcance, yo esperaba un nivel de sordidez y de bizarrísmo mucho más elevado y mas cercano a lo que supone el personaje de Otto Gross. Da la sensación de estar ablandándose con la edad el bueno de Cronemberg.
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